El escritor de ‘El Capitán Alatriste’ se pronuncia por fin sobre la polémica concesión del Premio Planeta 2025 a Juan del Val, en una edición marcada por el debate sobre la calidad literaria y el nepotismo.

El Premio Planeta 2025 sigue generando titulares y dividiendo opiniones dentro del mundo cultural y mediático español.
Desde que se anunciara que el ganador de esta edición es Juan del Val con su novela Vera.
Una historia de amor, el galardón más lucrativo de la literatura en lengua española —dotado con un millón de euros— ha estado rodeado de controversia.
Numerosas figuras públicas han expresado su opinión sobre la decisión del jurado, entre ellas Jordi Évole, Rosa Villacastín, Rafael Narbona, Pedro Ruiz y Joaquín Kremel.
Sin embargo, muchos esperaban la voz de un autor en particular: Arturo Pérez-Reverte, uno de los escritores más influyentes y combativos del panorama literario español.
Durante varios días, el creador de El Capitán Alatriste guardó silencio, algo inusual en él cuando se trata de polémicas culturales.
Pero finalmente ha hablado.
Y, como era de esperar, lo ha hecho con su habitual franqueza.
“El Planeta no es un premio que se gane o se pierda”
A través de su cuenta en la red social X (antes Twitter), un usuario le preguntó directamente qué opinaba del fallo del jurado y si consideraba justo que Juan del Val hubiera sido el ganador.
La respuesta del escritor fue tan breve como contundente:
“El Planeta no es un premio que se gane o se pierda. Es el lanzamiento comercial de un libro que se pretende vender mucho.”
Con esta afirmación, Pérez-Reverte ha resumido en una sola frase lo que para muchos críticos es el mayor dilema del galardón: su doble naturaleza entre lo literario y lo empresarial.
El autor añadió además:
“Considerado desde ese punto de vista, nada hay que objetar.”
Una reflexión que, lejos de atacar a Del Val o al jurado, pone el foco en la esencia comercial del premio, reconociendo que su objetivo principal no es necesariamente distinguir la mejor obra literaria del año, sino potenciar las ventas del libro ganador.
De este modo, el periodista no ve el Premio Planeta como otra cosa que no sea un negocio para convertir un libro determinado en un superventas con independencia de su calidad.
Algo que muchos sospechan. De ahí que Reverte no sea crítico con él.
“Cada editor hace las promociones como le parece adecuado”, remata en su post.
Una edición envuelta en polémica
El Premio Planeta, otorgado por el Grupo Planeta, es considerado uno de los grandes acontecimientos culturales del calendario español.
No obstante, en los últimos años ha sido objeto de críticas por su aparente inclinación hacia autores mediáticos y vinculados al entorno del grupo editorial o audiovisual de la empresa.
La elección de Juan del Val, colaborador habitual de Atresmedia —compañía propietaria de Antena 3 y La Sexta, y cuyo principal accionista es precisamente el Grupo Planeta—, ha avivado las sospechas de nepotismo.
Muchos periodistas y críticos literarios han ironizado con la idea de que “todo queda en casa”, frase popularizada por Luz Sánchez-Mellado tras conocerse el fallo del jurado.
A esto se suma el hecho de que Vera. Una historia de amor no ha sido recibida con entusiasmo unánime por parte de los críticos.
Para algunos, la obra carece de la originalidad y la profundidad que cabría esperar de un premio de tal magnitud económica y simbólica.
Sin embargo, el interés mediático y el debate público generado parecen confirmar lo que Pérez-Reverte ha subrayado: el Premio Planeta es, sobre todo, una operación editorial de gran alcance.
La visión pragmática de Pérez-Reverte
Fiel a su estilo, el autor ha evitado los juicios personales y ha ofrecido una lectura más estructural del fenómeno.
Desde su perspectiva, el Planeta funciona como una poderosa herramienta de marketing que cumple perfectamente su función: generar conversación, ventas y visibilidad.
En numerosas ocasiones, Pérez-Reverte ha defendido la coexistencia entre la literatura como arte y la literatura como industria, recordando que “los libros también son objetos comerciales” y que “un éxito de ventas no anula necesariamente el valor literario, aunque tampoco lo garantiza”.
Su respuesta, por tanto, no parece un ataque a la editorial ni al premiado, sino una constatación de la naturaleza híbrida del galardón: un evento literario, sí, pero también un fenómeno mediático y empresarial.
Reacciones divididas en el mundo cultural
Las palabras del escritor no han tardado en generar reacciones. Mientras algunos han aplaudido su sinceridad y claridad, otros consideran que su comentario minimiza el valor simbólico de los premios literarios.
El periodista Rafael Narbona calificó el resultado de “previsible”, argumentando que “el Planeta se ha convertido en un escaparate mediático más que en un reconocimiento literario”.
Por su parte, Rosa Villacastín defendió a Del Val, recordando que “la literatura también puede ser popular y accesible, sin dejar de ser válida”.
En cualquier caso, la intervención de Pérez-Reverte ha devuelto la conversación al terreno de lo esencial: qué papel deben desempeñar los premios literarios en una industria dominada por las ventas y la imagen.
Entre la literatura y el negocio
El comentario de Arturo Pérez-Reverte ha servido como recordatorio de que el Premio Planeta no solo celebra la escritura, sino también el poder de la industria editorial para marcar tendencias y generar debate.
Su frase, “El Planeta no es un premio que se gane o se pierda”, podría interpretarse como una crítica o como una aceptación pragmática de la realidad cultural contemporánea: la literatura, además de arte, es también un negocio.
Sea como fuere, sus palabras resumen con precisión el sentir de muchos escritores y lectores que, cada año, observan el Planeta con una mezcla de admiración, escepticismo y curiosidad.