La reina Sofía no se acercó a darle ni las buenas tardes a su consuegra, Paloma Rocasolano.
Entre la reina Sofía y Paloma Rocasolano siempre ha existido rivalidad por culpa de Letizia.

La ceremonia de los Premios Princesa de Asturias 2025, celebrada en el teatro Campoamor de Oviedo, volvió a poner sobre la mesa lo que muchos ya consideran una grieta cada vez más evidente dentro de la familia real: la aparente distancia entre la Reina Sofía y Paloma Rocasolano, madre de la reina Letizia Ortiz.
Aunque el protocolo exige unidad, los gestos y las miradas contaron otra historia. La emérita se instaló en el palco real, animando a su nieta con orgullo, mientras Paloma Rocasolano, consciente de su papel secundario, optó por mostrarse cercana a las reinas y a las niñas sin casi dirigir la vista hacia Sofía.
Durante el paseíllo por el pasillo central del teatro, Letizia y sus hijas —la princesa Leonor de Borbón Ortiz y la infanta Sofía de Borbón Ortiz— saludaron de modo discreto a Paloma Rocasolano.
Fue un gesto pequeño pero contundente. La Reina se detuvo unos segundos ante su madre, mientras la emérita quedaba relegada a un lado, sin contacto alguno con su nuera o sus nietas más allá de lo estrictamente protocolario.
Según reportajes especializados, la familia Ortiz-Rocasolano ha ocupado durante años una posición de confianza frente a la emérita, quien vive a escasos metros de Zarzuela pero habría lamentado no poder ver a sus nietas con la frecuencia que deseaba.

Más allá de los silencios y las miradas esquivas, la titularidad de los aplausos y los flashes fue para Paloma Rocasolano.
La madre de Letizia llegó temprano, caminó sola por la alfombra azul y se detuvo para saludar a los medios, en una presencia más habitual para ella.
Pero esta vez, la lectura detrás de su posición resultó aún más elocuente: mientras ella ocupaba un sitio visible, la emérita parecía una figura desplazada en su propia familia.
Los expertos en protocolo señalan que el aislamiento, aunque no explícito, resulta simbólicamente claro.
Las fuentes también apuntan que, desde hace años, se percibe una “competencia” silenciosa entre ambas abuelas.
Mientras Paloma Rocasolano ha conseguido ganar la cercanía de las nietas reales gracias a una implicación cotidiana —las niñas la visitan, pasan tiempo en su casa, lo que no ha sido el caso constante con la emérita—, la Reina Sofía habría manifestado su molestia por lo que consideraba un menoscabo a su papel tradicional.
Según una entrevista citada por la periodista Pilar Eyre, la emérita llegó a afirmar que “no sé ni cómo están … no las veo nunca … vivo al lado y no puedo ir a su casa”.
El contraste en esta edición de los premios fue brutal porque, en la práctica, la familia se dividió en dos círculos paralelos.
Letizia, Leonor y Sofía se dirigieron con naturalidad hacia Paloma Rocasolano mientras que la Reina Sofía permaneció en el palco, saludando a conocidos, pero sin hincar mano en las dinámicas familiares visibles.
A la salida del teatro, la abuela materna apareció en imágenes sonriente junto a sus nietas, mientras la emérita se alejaba en silencio.
Esta disociación visual, que algunos tildan de “el gesto que lo dice todo”, vuelve a alimentar especulaciones sobre un distanciamiento que va más allá del afecto personal.

En un momento en el que la monarquía intenta proyectar unidad, esta anécdota ha tenido repercusión mediática inmediata.
Los portales especializados la interpretan como la confirmación de que Paloma Rocasolano ha pasado de figura secundaria a esencial en el entorno de la Corona, mientras la Reina Sofía quedaría relegada a un rol más protocolario que familiar.
Lo simbólico se ha vuelto concreto: no sólo quién acompaña a quién, sino qué presencia se le permite tener.
Por supuesto, la propia Reina Sofía no ha emitido declaración alguna al respecto, y desde Zarzuela no hay comentario oficial de esta supuesta rivalidad.
Pero el silencio también comunica, sobre todo cuando se materializa en gestos.
Y en esta ocasión, esos gestos tienen nombre propio: Paloma Rocasolano, que esta vez ocupó un lugar destacado; y la Reina Sofía, cuya sombra pareció alargarse más que nunca.
Así, lo que podría haber sido un simple acto institucional se convirtió en un reflejo evidente de dinámicas internas de poder, cariño y reconocimiento dentro de la familia real.
Y mientras tanto, los flashes capturaban cada instante; los espectadores valoraban cada mirada; la historia, una vez más, nos recuerda que en la Corona, los gestos vale más que mil palabras.

La reina Sofía siempre ha tenido celos de Paloma Rocasolano por culpa de Letizia.
Entre la reina Sofía y Paloma Rocasolano siempre ha habido una cierta rivalidad, desde que Leonor y Sofía han sido pequeñas.
Letizia siempre ha preferido que sea su madre quien se ocupase del cuidado de las niñas cuando ella tenía algún compromiso.
De hecho, al estar soltera, durante una larga época se quedó en el Pabellón del Príncipe a vivir y tiene una habitación propia.
La emérita mostraba su malestar porque ella podía ocuparse de sus nietas al vivir en el mismo recinto a tan solo 900 metros de distancia.
Sin embargo, la monarca utilizó la excusa de que ella aún era reina y tenía muchos compromisos, no quería darle más faena, su madre ya estaba jubilada.