La reina Sofía recurre a la medicina alternativa para recuperar las fuerzas después de sufrir desmayos.
La reina Sofía preocupa a Felipe VI, Cristina y Elena por sus extraños comportamientos.

La reina Sofía está viviendo una época muy complicada en estos momentos tan difíciles.
Hace tres años sufrió la pérdida más dura hasta la fecha para ella. Su hermano Constantino de Grecia falleció a causa de un derrame cerebral, una noticia que la pilló por sorpresa, totalmente inesperada, prácticamente no pudo despedirse.
Pensó que su hermano, al ser el más pequeño fallecería el último. De hecho, ella siempre ha creído que sería la primera en morir, y parece que será la última.
Tan solo unos meses más tarde se confirmó un secreto a voces. Irene de Grecia padece Alzheimer.
La octogenaria no recuerda absolutamente nada, ni tan siquiera su nombre. En los últimos años, Casa Real ha querido mostrarla con total naturalidad.
Sin embargo, en sus últimas apariciones se la veía en silla de ruedas, con el rostro desmejorado y la mirada perdida.
En los últimos meses ya no se ha sabido nada más de ella. Ha desaparecido por completo.
Y es que según los últimos informes médicos, Irene no está bien. Ha olvidado ya funciones tan básicas como caminar.
Necesita atención las 24 horas del día, por ello en Zarzuela se han designado algunas zonas para el personal sanitario.

La reina Sofía en Washington.
Debido a esta situación, la reina Sofía se ha quedado sola.
Londres era uno de sus grandes refugios cuando tenía problemas con Juan Carlos I, e Irene de Grecia siempre fue su confidente, íntima amiga el hombro en el que llorar.
Ahora ha perdido los dos pilares más importantes de su vida, y además ve como su familia está completamente dividida.
Nunca va a cumplir el sueño de reunir a toda la familia al completo, siempre hay alguien que marca una sonada ausencia.
La depresión que padece la reina Sofía afecta a su salud.
Felipe VI, Cristina y Elena están muy preocupados por la salud de la reina Sofía. Se hace mayor, ya son 87 años los que cumplirá en escasos días, pero está muy triste y esto podría afectar a su salud.
Según Pilar Eyre, la octogenaria padece una depresión severa.
Se encierra en su habitación, completamente a oscuras y no quiere salir ni recibir visitas, tampoco come ni duerme, síntomas claros de esta depresión.
Sus hijos intentan hacer planes con ella para distraerla, incluso intentan que vaya a especialistas, pero se niega en rotundo.
Ella confía más en un tema espiritual. Es una persona muy creyente y religiosa, pero también cree en el más allá.
Ha estado haciendo uso de la medicina alternativa para recuperar fuerzas después de serios episodios que la corona ha intentado ocultar. Se ha desmayado en numerosas ocasiones.

El papel de la medicina alternativa en la vida de la Reina no es anecdótico.
En un contexto donde la salud mental y emocional adquieren cada vez más relevancia, la decisión de Sofía de recurrir a terapias complementarias abre un debate sobre el cuidado de los mayores, la atención personalizada y la importancia de respetar las creencias y preferencias individuales.
La monarca, que ha dedicado su vida al servicio público y al bienestar de la familia, reivindica ahora el derecho a elegir su propio camino hacia la recuperación.
La historia de Sofía es la de muchas personas mayores que, tras una vida de dedicación y sacrificio, se enfrentan a la soledad, la tristeza y la fragilidad física y emocional.
La Reina, lejos de rendirse, busca respuestas en la espiritualidad y la medicina alternativa, confiando en que el tiempo y el cuidado personal le permitan recuperar fuerzas y afrontar los retos que aún le quedan por delante.
Su ejemplo invita a reflexionar sobre la importancia de la salud mental, el respeto a las decisiones individuales y la necesidad de acompañar a los mayores en sus procesos de duelo y búsqueda de bienestar.
En definitiva, la Reina Sofía vive una etapa marcada por la introspección, el duelo y la búsqueda de sentido.
La medicina alternativa se ha convertido en su aliada, y la espiritualidad, en su refugio.
A pesar de la preocupación de sus hijos y de la atención mediática, Sofía continúa su viaje personal hacia la recuperación, demostrando que la resiliencia y la esperanza son cualidades que no desaparecen con la edad.
Su historia es un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, siempre es posible encontrar caminos alternativos para sanar y seguir adelante.