Las memorias más esperadas y más temidas ya están aquí. Juan Carlos I rompe su silencio en Réconciliation, un libro que promete sacudir los cimientos de la monarquía española. En él, el rey emérito repasa su vida con una mezcla de nostalgia, arrepentimiento y reivindicación, desde su gratitud hacia Francisco Franco, que lo colocó en el trono, hasta su dolorosa distancia con Felipe VI y la reina Sofía. Pero lo que más ha sorprendido a quienes ya han tenido acceso a los borradores es lo que no aparece: Corinna Larsen, la mujer que marcó uno de los capítulos más oscuros de su reinado, ha sido “borrada” del relato oficial. ¿Olvido voluntario… o intento de limpiar su legado antes del adiós definitivo? Entre confesiones inéditas, silencios calculados y frases que parecen mensajes velados, el monarca retrata un final de vida entre la soledad y la búsqueda de redención. Y ahora todos se preguntan: ¿qué más calla Juan Carlos I… y a quién teme todavía señalar?|TH

El rey emérito ‘borra’ a Corinna Larsen de su libro de memorias ‘Réconciliation’ y confiesa sentirse solo en su exilio en Abu Dabi

A pocos días de que vean la luz en Francia, y algo más tarde en España, las memorias de Juan Carlos I  se ha convertido en un auténtico acontecimiento mediático.

Titulado Reconciliación, el texto ha sido elaborado junto a la escritora francesa Laurence Debray, quien ha trabajado durante dos años junto al emérito en Abu Dabi.

Portada de las memorias de Juan Carlos I.

La obra ya ofrece adelantos tanto en la prensa francesa como en la española.

Busca, según la escritora, devolver al autor el control de su historia.

“Siento que me roban mi relato”, afirma el monarca.

El volumen está previsto para salir en Francia el 5 de noviembre, con su edición española agendada para diciembre.

El elogio a Franco y la reivindicación del papel histórico

Entre los pasajes más controvertidos se encuentra la afirmación de Juan Carlos de su  “aprecio” y “respeto” por Francisco Franco, régimen que lo designó como su sucesor en 1969.

El emérito sostiene que sin esa designación no habría podido pilotar la transición hacia la monarquía parlamentaria.

Y que, por tanto, su papel tuvo un carácter indispensable.

En una entrevista exclusiva con el diario francés Le Figaro ya señaló que “la democracia no cayó del cielo”.

Dejando claro que atribuye parte de su consecución a su legado como jefe del Estado tras la muerte del dictador.

Este reconocimiento, llegado en el momento en que se cumple medio siglo de su proclamación, reaviva el debate sobre la memoria del franquismo y la figura de Juan Carlos.

Juan Carlos I junto a Felipe VI y Letizia Ortiz.

Las fracturas de la familia real

El volumen no evoca únicamente logros políticos. También desvela tensiones internas en la familia real. Juan Carlos reprocha a su hijo, Felipe VI, su “insensibilidad” ante su situación de exilio.

Le reprocha que haya dejado de mostrar cercanía tras la crisis de su imagen institucional.

A la reina emérita, Sofía de Grecia, le expresa su malestar por no haberle visitado en su residencia en Abu Dabi.

Considera esa falta como un abandono personal no solo de un cónyuge sino de un padre. Doña Sofía y Juan Carlos I.

Respecto a Letizia Ortiz, su nuera, el libro describe que no ha favorecido la cohesión familiar.

“Entre ella y yo hay desacuerdo personal”, llega a decir.

Esa revelación abre un nuevo capítulo sobre la difícil convivencia interna de la Corona.

El retrato que emerge es el de un hombre que se siente apartado, entre el peso del pasado y la distancia del presente.

Corinna Larsen y los 100 millones saudíes

Una de las omisiones más llamativas es la ausencia del nombre de Corinna Larsen en sus memorias.

Aunque reconoce que la relación “fue un error”, evita mencionarla directamente.

Esa decisión editorial ha llamado la atención sobre la estrategia narrativa del libro.

Más concretamente aborda el episodio del “regalo” saudí: 100 millones que, según su versión, le fueron entregados por el entonces rey saudí Abdalá bin Abdulaziz Al Saud como muestra de gratitud.

Corinna Larsen.

Juan Carlos admite que fue “un grave error” no rechazarlo y que parte de esos fondos estaban pensados para su jubilación y su entorno más cercano.

Aunque señala que los tribunales archivaron los casos que le afectaban, su mensaje mezcla autocrítica y reivindicación.

Reconoce fallos y al mismo tiempo quiere presentarse como actor moralmente completo de su propio relato.

Legitimidad, 23‑F y legado institucional

El rey dedica también varias páginas a relatar su papel ante el golpe del 23 de febrero de 1981.

Niega haber tenido participación alguna y acusa a quien fue su hombre de confianza, el general Alfonso Armada, de traición.

En su versión, hubo tres conspiraciones distintas y todas al margen de él.
Montaje de Juan Carlos I y el 23-F. | Cedida

El intento de golpe es clave para recuperar su legitimidad. Al recordarlo como quien salvó la democracia, Juan Carlos pretende ligar su imagen a ese instante fundacional de la España contemporánea.

Esa reivindicación adquiere mayor peso en un momento en que la institución monárquica busca proyectarse como moderna, transparente y alejada de escándalos.

Las repercusiones de las memorias de Juan Carlos I

Las primeras reacciones de la prensa española apuntan a un choque entre el relato del emérito y la imagen institucional que la Casa del Rey ha tratado de construir. El libro se presenta como un hito editorial, un “acontecimiento histórico” según la editora Editorial Planeta.

En Francia, medios como Le Figaro y Le Point han publicado ya extractos del texto, lo que anticipa una intensa cobertura internacional.

Para el lector español, el volumen abre cuestiones sobre responsabilidad monárquica, memoria histórica, y el legado.

Juan Carlos afirma querer reconciliarse con su país, con su historia y con su propia familia.

Sin embargo, la reconciliación solo tendrá sentido si el público está dispuesto a leer su versión.

Juan Carlos I. | Europapress

Desde su residencia en la isla de Nurai (Abu Dabi), donde “vivo sin perspectivas, sin ninguna certeza de poder volver a vivir en mi país”, Juan Carlos intenta cerrar un ciclo.

Ese tono personal humaniza a quien fue figura institucional durante casi cuatro décadas.

Detrás de la corona, aparece un hombre con heridas, reproches familiares y una necesidad de explicarse.

El escenario es el de un exilio autoimpuesto pero también simbólico: lejos de España, de la Zarzuela, de la acción pública. Con este libro, Juan Carlos traza la ruta de su memoria.

La veracidad de su relato, su interpretación de la historia y el impacto que tendrá en la percepción colectiva están por verse.

Una cosa es segura: con Reconciliación, el emérito busca algo más que comprensión. Busca ser escuchado de nuevo.

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